Latidos de Vida trabaja el camino de vuelta a la armonía, para transformar el conflicto en conexión y la lucha en amor. El eje de trabajo es la Discordia: la separación del corazón. La brecha que nos aleja de nosotros mismos, de los demás y de la vida que realmente merecemos.

Discordia personal:
Existen algunas batallas internas que nos llevan a cuestionarnos: ¿Estoy donde quiero estar? ¿Hago lo que realmente deseo? Son preguntas brújula que nos muestran cuánto nos alejamos de nuestra esencia.

Discordia emocional:
Surge en los vínculos afectivos, cuando suponemos, interpretamos y nos obsesionamos con imponer nuestra verdad. Aquí la clave no es ganar la batalla, sino soltar la lucha antes de mayores daños, volviendo al latido del corazón.

Discordia corporal:
La insatisfacción con nuestra imagen o la de los demás nos señala que buscamos aprobación externa. Cuando el juicio domina, la desconexión con nuestro valor genuino se hace más profunda.

Discordia en las relaciones sociales:
Se manifiesta en la falta de acuerdos y en la incapacidad de respetar lo diferente. Cuando nos enfocamos en la imposición en lugar de la conexión, la armonía se desvanece.
 

LATIDOS DE VIDA es el camino de vuelta a la unidad, la autenticidad y el amor.

En los entrenamientos 1 a 1, se parte de objetivos o inquietudes de los entrenados. Reconociendo áreas de incomodidad, insatisfacción o dolor que surgen de la separación del latido más genuino. Cuando no hay un objetivo claro se parte de preguntas en busca de sentido: ¿qué quiero realmente? ¿quién soy cuando me siento pleno y feliz, cuánto me alejé o me alejo de ese lugar en mi día a día, qué hago para volver a mi armonía?

Es un proceso que va corriendo velos hasta des-cubrir nuevamente al ser auténtico y libre. 

Lo que realmente libera es dejar de racionalizar y de luchar contra el miedo y demás emociones percibidas como negativas. La propuesta es abrazar nuestras sombras, integrarlas.

El verdadero opuesto del amor es la falta de confianza, de fe. Soltar es apagar la mente. El discurso del amor no opera ni con pensamientos, ni con palabras.

La clave no es buscar respuestas, sino volver a donde siempre estuvieron.